Áreas Clínicas - Niños y Adolescentes

Problemas de la conducta alimentaria

Cuando hablamos de trastorno de la conducta alimentaria en la infancia, estamos haciendo referencia a un conjunto de comportamientos problemáticos y persistentes relacionados con la alimentación y la ingestión de alimentos.
Los problemas incluidos en esta categoría son múltiples: comer poco o mucho, ingestión selectiva, problemas con la masticación y el tragar, hábitos extraños de alimentación, comportamientos molestos a la hora de comer o el retraso en la adquisición de la autonomía para comer solo, la ingestión de sustancias no nutritivas (arena, ropa, cuerdas, etc.), regurgitación y nueva masticación, etc.
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Problemas de conducta

Las rabietas, el negativismo, la desobediencia, la conducta hostil y desafiante son los problemas de conducta más comunes y que con más frecuencia aparecen en la infancia. Aunque pueden aparecer en la población infanto-juvenil como parte de un desarrollo evolutivo normal, la frecuencia, intensidad y recurrencia, en relación a la edad en las que estas se manifiestan, así como el grado de perturbación que producen, son las claves para determinar la 'normalidad' de las mismas y por lo tanto, la necesidad de intervención y orientación profesional.
Los trastornos de conducta se caracterizan por la presencia frecuente de conductas como: perder los estribos; discutir con los adultos; desafiar o rehusar de forma activa las peticiones o reglas de los adultos; hacer cosas de forma deliberada que molestan a otras personas; culpar a los demás por errores o conductas inadecuadas; ser muy susceptible o fácilmente irritable ante los demás; y estar enfadado o resentido. Estas conductas se manifiestan con más frecuencia de lo que normalmente se observa en niños de nivel de desarrollo y edad comparable y producen un deterioro significativo en el funcionamiento social, académico o familiar.
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Miedos y fobias

Los niños experimentan numerosos miedos en el curso de su crecimiento y maduración. La mayoría de estos miedos infantiles son transitorios, de intensidad leve y específicos de una edad. Son considerados como un aspecto normal del desarrollo, que proporcionan a los niños medios de adaptación a variados estímulos estresantes vitales.
No obstante, algunos miedos de la infancia persisten durante largos periodos y causan un intenso malestar al niño y/o interfieren su funcionamiento cotidiano en las áreas familiar, escolar o social. Conviene por lo tanto diferenciar los miedos 'normales' propios de la infancia que remiten espontáneamente, de los miedos 'patológicos' que requieren una intervención específica.
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Problemas de comunicación y timidez

Nos referimos a niños que de forma habitual interactúan poco con sus iguales y mantienen relaciones insuficientes y/o insatisfactorias con ellos. Permanecen mucho tiempo solos o relacionándose casi exclusivamente con una o dos personas, se asilan de los demás, exhiben un estilo pasivo e inhibido de relación y sufren ansiedad social.
El niño se muestra tímido en más situaciones, con mayor frecuencia y con más intensidad de lo habitual. Por ello, hay que matizar que la conducta tímida se gradúa a lo largo de un continuo encontrándonos desde problemas leves y moderados hasta trastornos más serios.
También señalar que no hay constancia transituacional en las conductas de timidez y se puede ser tímido en la escuela y no serlo en la familia, pasarlo mal con los colegas en la discoteca, pero manejarse mucho mejor con otros compañeros en casa.
Ultimamente se ha constatado la importancia que la interacción interpersonal tiene en el desarrollo infantil y en el funcionamiento psicológico, académico y social.
Paradójicamente, la timidez en la infancia es un fenómeno al que se presta insuficiente atención, tanto por la familia como por el profesorado. Las familias de estos niños generalmente no buscan ayuda terapéutica, ya que las conductas que presentan no son perturbadoras por lo que, a pesar del sufrimiento personal que supone, suelen pasar desapercibidos como niños con dificultades.
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Inseguridad / Baja autoestima

La autoestima incluye todas las creencias y sentimientos que tenemos acerca de nosotros, afecta todo lo que hacemos en la vida y se desarrolla a partir de nuestras experiencias e interacciones, por lo que la exposición a experiencias positivas favorecen la confianza y la formación de un autoconcepto positivo.
La seguridad y la autoestima son aspectos fundamentales que se adquieren en la primera infancia y ambas son esenciales para un desarrollo emocional adecuado.
Por lo tanto es fundamental que los adultos cercanos estén atentos para detectar comportamientos que sean indicativos de baja autoestima. Es importante tener en cuenta que todos los niños manifiestan alteraciones en sus comportamientos en algunas ocasiones, pero lo que nos dará la clave sobre la presencia de un pobre autoconcepto será la presencia frecuente e intensa de las siguientes conductas: falta de confianza: evitar la realización de actividades por miedo al fracaso; conductas regresivas (hacerse el pequeño); engañar, mentir o echar la culpa a otros; agresividad, rabietas, negatividad; aislamiento, etc.
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Enuresis / Encopresis

La definición más extendida de la enuresis, describe el fenómeno como una emisión involuntaria de orina, después de una edad en la que el niño debería haber adquirido la continencia urinaria, normalmente entre los cuatro y los cinco años, y no aparecen indicios de una patología orgánica identificable.
Con el término encopresis hacemos referencia a la falta de control sobre los mecanismos responsables de la evacuación intestinal, que abarca tanto problemas de defecación involuntaria como de retención de heces o estreñimiento crónico.
Existen en la actualidad tratamientos eficaces que favorecen el proceso de aprendizaje para el control de estos reflejos naturales. La adquisición del control de esfínteres se asocia a sentimientos de seguridad y madurez, por lo que la intervención temprana en este tipo de trastornos favorece una adaptación adecuada y un buen funcionamiento general del niño.
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Bajo rendimiento académico

El bajo rendimiento académico es uno de los motivos de preocupación más frecuentes en las familias. El funcionamiento del niño en la escuela está relacionado con múltiples aspectos presentes en su vida. Influyen factores emocionales que condicionan el aprendizaje tales como separación de los padres, ambiente familiar, pérdidas, cambios de escuela, etc. Factores individuales como la motivación, la capacidad intelectual, la capacidad de adaptación, etc. Y factores biológicos como alimentación, descanso y salud.
El bajo rendimiento académico, es por tanto, una consecuencia de los factores anteriormente mencionados, pero también es causa no sólo de sufrimiento para el estudiante, sino de alteraciones conductuales y emocionales como disminución en la sensación de auto eficacia, agresividad producto de la frustración, disminución de la autoestima, aislamiento etc.
Por regla general, una evaluación temprana de los aspectos implicados en las dificultades académicas que presenta el alumno y la intervención derivada, mejorará el pronóstico y evitará consecuencias indeseadas.
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Apoyo en separaciones / divorcios

La adaptación de los niños y niñas al divorcio de sus padres es un objetivo fundamental cuando esta situación se produce.
Comprende la realización de las siguientes tareas:

  • Reconocer la ruptura de la relación de sus padres.
  • Desligarse del conflicto y de la angustia parental reanudando sus actividades habituales.
  • Superar la pérdida.
  • Resolver los propios sentimientos de rabia o culpa.
  • Aceptar la separación y/o el divorcio como permanentes.
  • Lograr concebir esperanzas realistas sobre relaciones dignas de confianza.
Los menores necesitan:
  • Sentirse amados por sus padres.
  • Que cuiden de ellos tanto física como emocionalmente.
  • No tener que enfrentarse a conflictos de lealtad con alguno o ambos padres.
  • Mantener relaciones con familiares y personas importantes en sus vidas.
  • Gozar de estructura y estabilidad con límites claros y seguros, aunque las reglas de los padres no coincidan en todo momento.
  • Crecer como personas libres, capaces de desarrollarse sin arrastrar las preocupaciones de sus padres u otros familiares.
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